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Bellepop : “eh! mira, unas mamarrachas”

Bellepop está de regreso después de 18 años. Ayer se estrenó su nuevo single We Represent y hoy hace lo propio el videoclip de la canción. Dejando de lado la calidad del producto en sí, me dá que la historia se va a repetir otra vez como tantas veces ha pasado en España, lugar donde parece que existe algún tipo de complejo de inferioridad hacia las artistas femeninas que cantan pop: Edurne, Soraya, Natalia, Rosa, Ruth Lorenzo y un largo etc de artistas pop femeninas que ha dado este país y que han terminado de una u otra forma fracasando o luchando con uñas y dientes por vivir de la música y no caer en el olvido, incluso llegando a pagarse sus propios proyectos sin ayuda de ninguna discográfica (o tirando decrowdfunding).

Es el caso de Natalia por ejemplo, hace años comenzó a producirse sus propias canciones dejando de sacar discos completos, escribiendo sus propias letras y produciendo sus propios videoclips, como alguien que monta su propia empresa y que está al tanto de todo. Pero que nada de esto vale porque cuando la ven en un Sávame cantando y bailando piensan ‘mira la mamarracha’. Otro ejemplo es Ruth Lorenzo, que a parte de tener una de las mejores voces femeninas de este país, es cantautora de todas sus canciones y tuvo que cancelar conciertos por la escasez de público (antes de la pandemia).

O Edurne que tuvo que dar un giro en su carrera hacia la presentación de programas y jurado de realitys musicales cuando la música empezó a no funcionar y que parece que es la única razón por la que hoy en día sigue al pie del cañón. O las propias Bellepop que solo duraron un disco aun teniendo un éxito bastante arrollador, porque a pesar de demostrar con sus voces que valían, eran un producto prefabricado que cuando decidió tomar las riendas creativas de su música, simplemente, no las dejaron y terminaron con el grupo, algo achacable a su discográfica.

Y el problema no son las discográficas, que al final dan al público lo que quieren, es precisamente ese publico. El publico español que ve a una Lady Gaga vestida de mamarracha y la aplaude con las orejas, pero por el contrario ve a una popstrar patria con lo mismo y la llama mamarracha de forma despectiva, menospreciandola porque … “eh! va ligerita de cascos y baila, tiene que ser una zorra”. El mismo público que se flipa por productos con Britney Spears, que de voz anda cortita y que no produce ni escribe prácticamente ninguna de sus canciones, pero que a la vez menosprecia a una popstar española con voz, que se autoproduce y se escribe sus letras.

Ese complejo de inferioridad por no llamarlo directamente machismo, que aplicamos a las mujeres que tienen que reinventarse y que luchan constantemente por estar al pie del candelero porque, o dios mio, quieren hacer música Pop, como si este estilo de música estuviera estigmatizado y fuera el demonio. Un estilo que en este país, si viene de nuestras fronteras nunca termina de triunfar, pero que llena estadios si viene de las Américas.

Pero si son hombres curiosamente esto no ocurre: Las meteóricas carreras de David Bisbal o Bustamente, a los que les escribían y producían sus ‘canciones del verano’ durante innumerables años. A ellos le adjuntamos un instrumento, una guitarra o un piano y tenemos éxito asegurado. Pablo Alborán, Pablo López, Dani Martín y un largo etc de cantautores masculinos que se producen a sí mismos y triunfan como la Coca Cola, sin complejos. Es más, analicemos por un momento a artistas femeninas como Malú o Vanesa Martín que curiosamente entran también en el mismo estilo masculino de los anteriormente citados (por la guitarrita, digo). Casualidad o no, lo cierto es que en España tenemos un problema serio con el pop y deberíamos quitarnos ya ese complejo y disfrutar de lo que tenemos. Tanto desde la parte como espectador, como desde la parte de artistas.

Porque no nos vamos a engañar, las producciones americanas y las españolas en ese sentido no son ni de lejos comparables. No podemos comparar una industria consagrada donde caben miles de artistas, con un pequeño mercado como es España. Sobre todo cuando las compañías no quieren invertir es crear un verdadero producto internacional, aunque tengan todo el meterial a mano.

Es decir, tengo a alguien con presencia, voz, que escribe sus canciones y que encima produce sus vídeos, alguien con un potencial brutal, ¿por qué no la lanzo a nivel internacional?¿América latina?¿Por qué no la pongo a cantar en inglés y hago caja con ella/s?¿Por qué no sacamos partido de todo esto aunque en España la música pop sea de «mamarrachas»?¿Por qué no tenemos artistas que triunfan en Europa como Dua Lipa, o Tove Lo con pop adulto, maduro y sin complejos si nuestro mercado no las quiere?¿Cual es realmente el problema?¿O son simples complejos?¿Por qué no nos quitamos el complejo del «producto»?

Pues creo que el problema es exáctamente el mismo, la mentalidad de que la música pop, es «un producto», algo malo y prepropducido. Porque claro, el cantautor masculino con la guitarrita canta por amor al arte, no para comer. No es un producto. Pablo Alborán lleva años dando a entender que es hetero en innumerables entrevistas por amor al arte, no porque su discográfica o él mismo tuvieran miedo de decir la verdad y que pudiera afectar a sus ventas y su imagen pública, él no es un producto, claro. Natalia si.

A día de hoy, estoy seguro que en España en el imaginario colectivo poca gente sabe que hasta el grupo más petardo de la historia, las Spice Girls, escribían sus propias canciones, con lo que hasta ellas tienen un mérito artístico. Mucho más si lo vemos desde la perspectiva del éxito que tuvieron. Escribes tus canciones y encima eres uno de los grupo con más ventas de todos los tiempos triunfando en el mundo entero… ¿Mamarrachas, de qué?

Todavía me acuerdo la hipocresía en 2007 cuando dichas reinas del pop hicieron un concierto en España y me planté en Madrid para verlas. Durante meses escuchaba cosas como ‘ah pero vas a ir a ver las Spice, pero si están muy pasadas de moda’ y chorradas parecida en público, para luego en privado decir ‘en verdad me encantaría ir, tiene que ser la caña’. Ahí fue cuando me di cuenta que el concierto de la Spice en España, era aquel al que todo el mundo quería ir, pero que no se atrevían a ir por pura vergüenza. Porque en 2007 no nos podía seguir gustando algo de 1997. 5 mujeres que se vestían como les salía del papo y hacían lo que les salía del papo encima de un escenario, porque eran unas mamarrachas y algo prefabricado. Así funcionamos en España en el terreno pop de hace mucho tiempo. Y si, me lo pasé de puta madre y me jodió horrores quedarme sin entradas para la gira de 2019.

Y todo esto viene a que por desgracia y muy posiblemente el regreso de Bellepop se quede en We Represent y nada más (ojalá me equivoque), independientemente de si la canción nos gusta más o menos, o si el videoclip tiene más o menos calidad. Estoy seguro que a día de hoy, seguiremos con la misma cantinela de ‘mira las cuatro mamarrachas’, ignorando el trabajo que hay que detrás, y ahondando más y más en ese complejo de inferioridad que tenemos en nuestro país con las estrellas femeninas pop patrias. Esas estrellas que en la mayoría de los casos, tienen mucho más poder creativo y menores recursos, y por tanto más méritos que las estrellas internacionales (y en muchos casos una voz infinitamente mejor) pero que nada de eso vale porque … eh! mira, son unas mamarrachas.

Más música y menos complejos.

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